En esta entrada del Blog, intentaremos resumir la historia del "Carnaval del Toro", será quizás, conociendo este pedacito de la historia de la ciudad, como se pueda llegar a entender el gran arraigo de este animal en las fiestas, que nunca jamás desde que tenemos noticia, han faltado en la celebración del Carnaval, con excepción de los durísimos años de la Guerra de la Independencia.
La figura del toro bravo es
intrínseca a los mirobrigenses desde tiempos muy remotos, de hecho este animal
ya aparece representado en alguna de las pinturas rupestres de la zona. Sería
incomprensible para los mirobrigenses,
una fiesta de Carnaval sin la figura del toro bravo corriendo por las
calles de Ciudad Rodrigo.
No hay que obviar, que la ciudad
está enclavada en pleno corazón del “Campo Charro”, que debido a sus
condiciones naturales, es una tierra perfecta para la cría del toro bravo. En la actualidad, existen en la
provincia más de 150 ganaderías de toro bravo y teniendo en cuenta que la
extensión provincial es de poco más de 12.000 Km2, se puede uno hacer a la idea
del arraigo social e importancia económica de este animal en nuestra tierra.
Constan documentos de hace más de
500 años en el Archivo Histórico Municipal, que ya demuestran la afición que los
mirobrigenses han tenido por las fiestas taurinas. Entre ellos, figura un documento
histórico expedido en 1.493 por los Reyes Católicos en el que dan un “tirón de
orejas” a los regidores municipales por su desmedida afición a organizar
festejos taurinos. Este documento de gran importancia, es el que demuestra que
los de Ciudad Rodrigo, son los carnavales
más antiguos de España. Extraemos algunos párrafos de dicho documento:
“Don Fernando e Doña Isabel, por la gracia de Dios, rey e reina de
Castilla, de León.
A vos el concejo, corregidor, alcaldes, regidores, escuderos, oficiales
e omes buenos de la ciudad de Ciudad Rodrigo, salud y gracia. Sepades que al
tiempo que Nos mandamos al licenciado Sancho de Frias que fuese a dicha ciudad
a tomar e recibir la residencia del licenciado Francisco Vargas del tiempo que
por Nos tuvo el oficio de corregimiento desa dicha ciudad le mandamos que
tomase las cuentas de los gastos que de ciertos años a esta parte se habían
fecho en esa ciudad de los maravedís de le los propios e rentas…
Por las dichas cuentas de los gastos parece que cada año se gastan e
distribuyen muchas cuantías de maravedís en comidas e bebidas e en colaciones
por ende Nos vos mandamos que agora ni aquí adelante no gastéis ni se gaste de
los propios e repartimientos desa dicha ciudad maravedís algunos en las dichas
comidas e colaciones ecepto que el día de San Juan de junio de cada año que se
pueda gastar fasta tres mil maravedís e nin mas…
E otros por cuanto por los dichos gastos parece que en esa dicha
ciudad se corren muchas veces toros e en ellos se hacen gastos demasiados,
mandamos que de aquí en adelante non se pague en esa dicha ciudad de los de los
propios della ni por repartimiento mas de fasta seis toros cada año repartidos
por las fiestas que a vosotros pareciese e bien visto fuer, lo cuales dichos
toros, se carguen a las rentas de los propios de la dicha ciudad e se pongan
por condición al tiempo que se
arrendaren a los que tomaren e que la carne e cueros dellos quede para los
dichos arrendadores…”
No sabemos, si los mirobrigenses a pesar del respeto que siempre mostraron a
los Reyes Católicos, en este caso seguirían las reales indicaciones, aunque
todo hace pensar que no, ya que en los libros de actas y otros documentos que
se conservan, se sigue hablando de correr toros por las calles y cualquier
pretexto usado era usado para organizar corridas de toros o novillos. El
nacimiento de un príncipe real, la llegada de algún personaje ilustre a Ciudad
Rodrigo, hechos de armas favorables, etc… cualquier motivo era válido para
correr los toros.
ORIGEN DE LA SUELTA DE TOROS POR LAS CALLES
En el siglo XVI, el Papado
anunció que quedaban prohibidas bajo pena de excomunión las corridas de toros
en cosos cerrados, algo que fue considerado en Ciudad Rodrigo como una
“tragedia” e hizo intervenir a reyes y autoridades, incluso religiosos, en pro
de suavizar esta severa norma. Pero fueron los mirobrigenses, los que en un
derroche de agudeza popular, se las ingeniaron para tener sus toros. Ya que los
toros estaban prohibidos en plazas cerradas, idearon abrir las puertas de la
plaza y cerrar las de la muralla que rodea la ciudad. Si Roma prohibía los
toros en cosos cerrados, no decía nada de ciudades cerradas. La fiesta, el
jolgorio y el bullicio con los toros bravos, podía continuar.
Estas sueltas de toros por la
ciudad, en alguna ocasión ocasionaron grandes sustos, una vez provocaron un
altercado entre la autoridad civil y la militar, ya que uno de los toros se
metió en el Castillo y el alcaide ordenó apresar al toro por haber invadido
“zona militar” sin permiso. El pueblo, al quedarse sin su toro pidió al alcaide
que devolvieran el toro a la calle, pero éste se negó a soltarlo y tuvo que
intervenir la autoridad municipal, ocasionándose un sonado pleito.
En otra ocasión, otro toro llegó
a meterse en el patio de una casa solariega y no se sabe si es que el toro no
quiso salir o no le dejaron, el caso es que el pequeño patio sirvió como coso
improvisado donde continuaron los lances toreros.
DISFRACES Y CARNAVAL
Otra anécdota curiosa tuvo lugar
en 1.525, donde un acuerdo del Cabildo catedralicio, prohíbe a todos los
miembros del cabildo que “usen máscaras y
jueguen cañas so pena de 100 ducados” y para evitar que estos usasen
máscaras sin ser reconocidos, se obligó a lo siguiente, “se ha publicado que el día de la Magdalena ha de haber máscaras y
juegos de cañas, se manda que aquel día asistan todos para que se vea que no
van (con máscara)”.
Los juegos de cañas, torneos y
alardes eran las actividades más habituales en el Ciudad Rodrigo del siglo XVI,
ya que como plaza fuerte de ubicación estratégica en la frontera, sus
ciudadanos tenían que estar siempre preparados para la guerra. Para regocijo de
las clases más populares, se organizaban capeas y corridas de toros, porque
según justificaba el rey Felipe II, las corridas eran una actividad muy propia
para que sus súbditos estuvieran acostumbrados a los peligros de las guerras.
LOPE DE VEGA EN EL CARNAVAL DE CIUDAD RODRIGO
Otra de las fechas claves sobre
la celebración del Carnaval en Ciudad
Rodrigo, aparece en la conocida obra de Lope de Vega “La Buena Guarda”,
donde desarrolla un milagro del que ya se hace eco Gonzalo Berceo en sus
“Milagros de Nuestra Señora”. La obra de Lope de Vega, fue terminada en 1.610 y
el manuscrito original coloca la acción en Ciudad Rodrigo, aunque después se
tacharían todas las referencias a ciudades españolas, sustituyéndolas por extranjeras con el fin de
evitar censuras. En ella podemos leer:
“¿En qué Indias, en qué Francias,
se celebra el Carnaval
con mayor solicitud?”
Más adelante agrega:
“En la puerta estoy mejor:
desde aquí los quiero ver.
Ya pasan. Ya vuelve el son;
pues Carnestolendas son;
sotana no hay que temer”.
Lope en el año 1.580 estudiaba en
la Universidad de Salamanca, donde también pasó algunos años desde 1.590 a
1.595, tras ser desterrado de Madrid. En su tiempo de estudiante visitó Ciudad Rodrigo durante sus fiestas carnestolendas y por ello se refirió
a él en el manuscrito de su libro.
EL CARNAVAL Y LAS GUERRAS
El siglo XVII fue terrible para
la ciudad, las crisis sociales y económicas que afectaron a toda España y las
guerras con Portugal, asolaron de forma especial esta tierra. Con el siglo
XVIII y la llegada de la dinastía de los Borbones a España, llega nuevamente a
Ciudad Rodrigo la guerra, en este caso la de Sucesión, ya que la ciudad desde
un primer momento levantó la bandera en favor de Felipe V. La ciudad es tomada
por los portugueses, quienes la saquean arrasando los campos que la rodean. Una
vez terminada la terrible guerra y la población va alcanzando un mayor
desarrollo económico y social, también se recupera la alegría y las ganas de
fiesta. En la sesión de 1.732 el Ayuntamiento toma el siguiente acuerdo:
“Ablose en este Ayuntamiento largamente en razón de aver pasado muchos
años por la Calamidad y Contratiempos padecidos con la Guerra, sin que se ayan
executado Corridas de toros enesta Ziudad, siendo así que se practicaba antes
della una Corrida anual en cada año para cuyo fin e efecto que llaman
junterias, contribuya con la porción de toros estipuladas en las Concordias entre
Ziudad y tierra acerca de dichas yunterías y considerándose que de el
restrablecimiento aya corrida anual…”
Añadiendo que todo ello sea para
regocijo del pueblo, además de que con esta fiesta se contribuirá a atraer
forasteros para beneficio y utilidad del comercio.
A partir del año 1.732, los
acuerdos municipales sobre la celebración del Carnaval con corridas de toros
van apareciendo continuamente año tras año, de forma interrumpida hasta
nuestros días. Los Carnavales, se hacían para divertimento del pueblo.
Transcribimos literalmente el acuerdo carnavalero de 1.737. “desterrar en parte la melancolía originada
por tan repetidas enfermedades que se han padecido y se están padeciendo”.
Los gobernantes, quieren que los ciudadanos por unos días se olviden de las
miserias de la época, parece ser que aplicando el mismo principio que los
emperadores romanos del “panen e circus”
(pan y circo. O al menos la segunda parte).
Hubo ocasiones, en que las Arcas
municipales estuvieron vacías, entonces se encargaba a dos regidores que
ostentaban el título de Comisarios de Fiestas, que pidan a los ganaderos de la
zona los novillos para ser corridos durante las carnestolendas (carnaval), o
bien algún regidor es quien ofrece de forma desinteresada sus toros.
Ya en el año 1.909, hubo unas
graves inundaciones que destruyeron muchas viviendas del conocido barrio el
“Arrabal del Puente” (a extramuros), el Ayuntamiento se planteó la suspensión
del Carnaval pensando que los mirobrigenses no tendrían especiales ganas de
fiestas y con el fin de emplear el dinero de los toros en ayudar a los
damnificados. El clamor popular en contra de dicha idea, hizo que la propuesta
no fructificara y por acuerdo se puede decir que unánime de todos los
mirobrigenses, se corrieron los toros como manda la tradición. Como testimonio
de esta manifestación popular, han quedado unas coplas de la época:
Y queremos que haya toros,
blancos, negros o embolados
o aunque sean de cartón.
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Foto antigua: Carnaval del Toro (Ciudad Rodrigo) |
En 1.929, se publica una Orden
Real prohibiendo las capeas en los pueblos, ante la evidente preocupación de
las autoridades municipales, (gobernaba
el Ayuntamiento D. Manuel Sánchez-Arjona y de Velasco, conocido como por los
mirobrigenses como “El Buen Alcalde”, y que llegaba a aportar de peculio y de
forma anónima el dinero necesario cuando éste faltaba), organizó entrevistas
con el General Primo de Rivera sobre las que se cuenta que ante la insistencia
del “Buen Alcalde”, llegó a exclamar:
“Pero, coño, Manolo ¿cómo quieres que eche para atrás una Orden firmada por el
Rey?”. Pero finalmente consiguió de Primo de Rivera una fórmula para
continuar con las fiestas. El Gobernador Civil de la provincia recibió
instrucciones para que hiciera la vista gorda o mirase para otra parte para no
ver las capeas del Carnaval mirobrigense. El pueblo, agradecido, le sacó la
siguiente canción:
Toreros de postín
nos trajo Don Manolo
cuando se fue a Madrid
a gestionar los toros.
Gracias debemos darle
Pues sino es por su gestión
nos quedamos sin toros
nos quedamos sin toros
en esta población
Durante la Guerra Civil, a pesar de la tragedia que toda España estaba
viviendo y de la falta de juventud, también se celebró el Carnaval, aunque por
supuesto, no con toda la alegría que los caracteriza.
Completando la historia, durante
el mandato de Franco, el Carnaval fue tratado de eliminar o al menos, tratado
de reducir a la mínima expresión. Ciudad Rodrigo, para evitar que
desapareciese, tuvo que disfrazarlo y pasaron
a identificarse como “Fiestas Tradicionales”, aunque para el pueblo, el nombre
no cambió nada y seguían siendo Carnavales, únicamente era en los programas
oficiales es donde aparecía la denominación legal exigida de “Fiestas
Tradicionales”. Y fue aún no hace demasiados años, cuando volvió a recuperar su
nombre, sumándosele además un apellido que lo identifica y singulariza, como si
de una denominación de origen se tratase, el CARNAVAL DEL TORO. Declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional.