En La Plaza Herrasti de Ciudad
Rodrigo, una piedra recuerda al Ciego Sabino y a Lorenza Iglesias, convertidos ambos
en símbolos civiles de la resistencia mirobrigense durante la Guerra de la
independencia.
Piedra conmemorativa al Ciego Sabino y a Lorenza Iglesias |
En este periodo de la historia Europea,
Ciudad Rodrigo jugó un papel principal, y fueron muchos los héroes conocidos
tanto del ejército francés de Napoleón, como del ejército inglés del Lord
Wellington, pero una vez más, también aquí el pueblo es el héroe.
Uno de esos héroes locales, fue
sin duda el Ciego Sabino, quien en compañía de su perro lazarillo subió desde
las entrañas del pueblo, al trono de la historia. (En realidad Sabino era el
nombre del perro, aunque el invidente ha pasado a la historia como “Ciego
Sabino”)
Mientras la ciudad era duramente
bombardeada y era ensordecedor el ruido de la metralla, de la que aún se pueden
observar las cicatrices en la fachada de la Catedral. Entre un ruido infernal
por las voces y desgarradores lamentos por los cuerpos caídos, entre el polvo y las hordas de mujeres
anónimas que llevaban agua a los combatientes, el gobernador Pérez de Herrasti
se niega a rendirse y es el pueblo quien lucha valerosamente negándose a ser
francés.
Es en este duro escenario
histórico, donde caminaba un pobre ciego, siempre acompañado por su perro guía,
recorriendo incansablemente la muralla y levantándose cada vez que tropezaba
con algún casco de granada, para llevar municiones, avisos y armas a los
combatientes, ofrecer palabras piadosas a los moribundos y de ánimo y
motivación a los que aún luchaban en pie, o transportar heridos al hospital de
sangre.
Aprovechamos para traer estas palabras
que Román Gallego escribió en boca del Ciego Sabino:
“Aunque soy un pobre ciego / Para ver me sobra vista / Que a Miróbriga
le debo / El corazón y la vida”.
Calle en memoria al Ciego Sabino en C. Rodrigo |
En la "Relación histórica y circunstanciada de los sucesos del sitio de la plaza de Ciudad Rodrigo" escrita por el mismo gobernador de la plaza, Andrés Pérez de Herrasti, refiriéndose a las heroicas acciones llevadas a cabo por los mirobrigenses, destaca "Una de estas, muy digna de notarse, es la de los activos y constantes servicios que hicieron durante todo el sitio dos ciegos mendigos que había en la plaza, los que con el particular tino que suelen tener los de esta clase, y guiado uno de ellos por un perrito que le servía de lazarillo, desde luego que los enemigos rompieron el fuego de sus baterías contra la plaza, acudieron a llevar municiones á las nuestras de la muralla, y cuando éstas no eran necesarias, se empleaban en llevar se empleaban en llevar agua para que bebiese la tropa que las servía, y para llenar las tinas de combate, con tanta actividad, celo y desprecio del peligro, que en todo el tiempo que duró el sitio, no cesaron en estos ejercicios, ni se les veía nunca descansar, ni se les notó nunca remisión en acudir a los parajes que se les indicaban, por más que percibían al oído el graznido de las balas que por ellos cruzaban, siempre alegres, risueños, preguntando si faltaba alguna cosa por donde pasaban, y repitiendo de continuo las voces de "ánimo muchachos"... y "¡Viva Ciudad Rodrigo!". A estos infelices y verdaderamente dignos españoles, que vivían de la caridad pública, les mantuvo durante dicho tiempo la que es connatural en los soldados, especialmente con quien les sirve en algo y el Gobernador les mandó dar ración de pan, ofreciéndoles procurársela del Gobierno para todo el resto de su vida, si la plaza quedaba triunfante [...] pero la suerte no quiso que pudiera verificarse, y en honra suya no deben a lo menos, quedar en el olvido sus distinguidos y particulares servicios"
Seguramente, el episodio
del Ciego Sabino, sea quizás el más conmovedor que tuvo lugar durante la guerra
de la Independencia, no pudiendo haber más arrojo que el que tuvieron los ciegos mirobrigenses.
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