sábado, 12 de marzo de 2016

Antonio de Ciudad Rodrigo (Antonio Civitatencis)

Fue un misionero franciscano del Siglo XVI, natural de Ciudad Rodrigo, de donde tomó el sobrenombre y uno de los denominados “Doce Apóstoles del Nuevo Mundo”, es decir, formó parte del grupo de los 12 primeros franciscanos que llegaron a México en 1.524 y que ejerció las labores misioneras entre los nativos.

El misionero mirobrigense destacaba además de por ser un incondicional defensor de los derechos de los indígenas, por su consigna de no claudicar jamás de la pobreza franciscana y caridad con el prójimo. Al desembarcar recorrió descalzó la larga travesía de 60 leguas que separaban el puerto de Veracruz de la ciudad de México.  Llevaba tan a rajatabla la pobreza franciscana, que caminaba siempre descalzo, dormía en el suelo, únicamente bebía agua y se alimentaba escasamente de tortillas, el pan de los indios.

Antonio de Ciudad Rodrigo, decidió regresar a España, para negociar con el emperador Carlos V sobre la obtención de derechos para los indígenas. Fue el primero en pedir que no fuesen relegados a tantos trabajos y vejaciones como en aquellos primeros tiempos padecían y para que se diese libertad a los que injustamente se tenían como esclavos. Gracias a este viaje,  el emperador accedió y nombro a Fray Antonio de Ciudad Rodrigo encargado de avisarle si no se cumplían las cédulas que el fraile había promulgado en favor de los indígenas. Tras haber obtenido esto, volvió a México en 1.529 acompañado de otro 20 franciscanos más, entre ellos Fray Bernardino de Sahagún que en esa época estudiaba en Salamanca. Se dice, en antiguas escrituras, que fue gracias a este empeño de fray Antonio de Ciudad Rodrigo, que quedaron en México y América latina en general gran cantidad de indígenas, ya que de haber continuado la esclavitud, hubiera ocurrido como en la parte norte del continente, y prácticamente hubiesen desaparecido por completo.


Fue elegido obispo de la Nueva Galicia, pero debido a su extrema humildad, rechazó la mitra de Compostela (Galicia) y murió en el convento de México en 1.553

Azulejo ubicado a las afueras del convento franciscano de Belvís de Monroy (Cáceres)