jueves, 9 de junio de 2016

El Ciego Sabino

En La Plaza Herrasti de Ciudad Rodrigo, una piedra recuerda al Ciego Sabino y a Lorenza Iglesias, convertidos ambos en símbolos civiles de la resistencia mirobrigense durante la Guerra de la independencia.
Piedra conmemorativa al Ciego Sabino y a Lorenza Iglesias


En este periodo de la historia Europea, Ciudad Rodrigo jugó un papel principal, y fueron muchos los héroes conocidos tanto del ejército francés de Napoleón, como del ejército inglés del Lord Wellington, pero una vez más, también aquí el pueblo es el héroe.

Uno de esos héroes locales, fue sin duda el Ciego Sabino, quien en compañía de su perro lazarillo subió desde las entrañas del pueblo, al trono de la historia. (En realidad Sabino era el nombre del perro, aunque el invidente ha pasado a la historia como “Ciego Sabino”)

Mientras la ciudad era duramente bombardeada y era ensordecedor el ruido de la metralla, de la que aún se pueden observar las cicatrices en la fachada de la Catedral. Entre un ruido infernal por las voces y desgarradores lamentos por los cuerpos caídos,  entre el polvo y las hordas de mujeres anónimas que llevaban agua a los combatientes, el gobernador Pérez de Herrasti se niega a rendirse y es el pueblo quien lucha valerosamente negándose a ser francés. 


Es en este duro escenario histórico, donde caminaba un pobre ciego, siempre acompañado por su perro guía, recorriendo incansablemente la muralla y levantándose cada vez que tropezaba con algún casco de granada, para llevar municiones, avisos y armas a los combatientes, ofrecer palabras piadosas a los moribundos y de ánimo y motivación a los que aún luchaban en pie, o transportar heridos al hospital de sangre.

Aprovechamos para traer estas palabras que Román Gallego escribió en boca del Ciego Sabino:
“Aunque soy un pobre ciego / Para ver me sobra vista / Que a Miróbriga le debo / El corazón y la vida”.

Calle en memoria al Ciego Sabino en C. Rodrigo
En la "Relación histórica y circunstanciada de los sucesos del sitio de la plaza de Ciudad Rodrigo" escrita por el mismo gobernador de la plaza, Andrés Pérez de Herrasti, refiriéndose a las heroicas acciones llevadas a cabo por los mirobrigenses, destaca "Una de estas, muy digna de notarse, es la de los activos y constantes servicios que hicieron durante todo el sitio dos ciegos mendigos que había en la plaza, los que con el particular tino que suelen tener los de esta clase, y guiado uno de ellos  por un perrito que le servía de lazarillo, desde luego que los enemigos rompieron el fuego de sus baterías contra la plaza, acudieron a llevar municiones á las nuestras de la muralla, y cuando éstas no eran necesarias, se empleaban en llevar se empleaban en llevar agua para que bebiese la tropa que las servía, y para llenar las tinas de combate, con tanta actividad, celo y desprecio del peligro, que en todo el tiempo que duró el sitio, no cesaron en estos ejercicios, ni se les veía nunca descansar, ni se les notó nunca remisión en acudir a los parajes que se les indicaban, por más que percibían al oído el graznido de las balas que por ellos cruzaban, siempre alegres, risueños, preguntando si faltaba alguna cosa por donde pasaban, y repitiendo de continuo las voces de "ánimo muchachos"... y "¡Viva Ciudad Rodrigo!". A estos infelices y verdaderamente dignos españoles, que vivían de la caridad pública, les mantuvo durante dicho tiempo la que es connatural en los soldados, especialmente con quien les sirve en algo y el Gobernador les mandó dar ración de pan, ofreciéndoles procurársela del Gobierno para todo el resto de su vida, si la plaza quedaba triunfante [...] pero la suerte no quiso que pudiera verificarse, y en honra suya no deben a lo menos, quedar en el olvido sus distinguidos y particulares servicios"


Seguramente, el episodio del Ciego Sabino, sea quizás el más conmovedor que tuvo lugar durante la guerra de la Independencia, no pudiendo haber más arrojo que el que tuvieron los ciegos mirobrigenses. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario